jueves, 11 de agosto de 2016

un sábado 23.

Olí su boca. Guardé su olor.
Con un nudo en la garganta,
por saber a ciencia cierta
que me estaba dejando caer.

Acaricié su pelo y su pecho,
lleno de libertad y liviandad.
Y lloré un poquito cuando dormía
para que no me desconociera tanto.

Y en poco tiempo volví a aferrarme

al calor de sus besos cuando me animo
a ver hasta dónde puedo llegar
machacando al corazón.

Me acosté de costado

contra la misma pared de siempre.
Esa que te chocas consciente 
y algo ciega

agarré mi cabeza y me dije 

qué hacía?

estaba ahí por mí? Me fuí sin querer irme.

A veces se quiere mas de lo que se puede.

sábado, 6 de agosto de 2016

Sábado.

Siempre hay una trampa,
que nos agarra. Nos atrapa.
La necesidad de querer explicar.
Que el azar tenga nombre y apellido.

Siempre hay una trampa que nos engancha.
Nos revuelve. Nos muerde y desborda.

Tapar que no se nota. Irse sin querer irse.
Necesitar no es debilidad.


Siempre está esa trampa 
que nos obliga a ver al otro