Olí su boca. Guardé su olor.
Con un nudo en la garganta,
por saber a ciencia cierta
que me estaba dejando caer.
Acaricié su pelo y su pecho,
lleno de libertad y liviandad.
Y lloré un poquito cuando dormía
para que no me desconociera tanto.
Y en poco tiempo volví a aferrarme
al calor de sus besos cuando me animo
a ver hasta dónde puedo llegar
machacando al corazón.
Me acosté de costado
contra la misma pared de siempre.
Esa que te chocas consciente
y algo ciega
agarré mi cabeza y me dije
qué hacía?
estaba ahí por mí? Me fuí sin querer irme.
A veces se quiere mas de lo que se puede.
jueves, 11 de agosto de 2016
sábado, 6 de agosto de 2016
Sábado.
Siempre hay una trampa,
que nos agarra. Nos atrapa.
La necesidad de querer explicar.
Que el azar tenga nombre y apellido.
Siempre hay una trampa que nos engancha.
Nos revuelve. Nos muerde y desborda.
Tapar que no se nota. Irse sin querer irse.
Necesitar no es debilidad.
Siempre está esa trampa
que nos obliga a ver al otro-
que nos agarra. Nos atrapa.
La necesidad de querer explicar.
Que el azar tenga nombre y apellido.
Siempre hay una trampa que nos engancha.
Nos revuelve. Nos muerde y desborda.
Tapar que no se nota. Irse sin querer irse.
Necesitar no es debilidad.
Siempre está esa trampa
que nos obliga a ver al otro-
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