miércoles, 9 de septiembre de 2020

Te vi de pluma.

Mayo veinteveinte.


Empezamos a empacar. Ollas. Vasos. Cuchillos, tenedores y tazas de café.
-Me llevo este juego de "diario", el lindo dejenlo para ustedes. ¿Por qué? ¿Por qué esperamos para usar lo lindo? ¿Por qué guardamos la ropa para "salir"?. ¿Por qué permanentemente nos recordamos que hay ocasiones que vendrán y probablemente serán mejores? dignas de usar la ropa de salir o la vajilla de invitados o el mantel más bonito.

Pensamos siempre en ese futuro prometedor y nos olvidamos de lo que está ocurriendo exactamente en este momento.
- Ma! llevate todo lo que tenga colores. Y así fue, armamos un juego completo de vasos, platos y cubiertos multicolor. El color tiene eso ¿viste? De alguna manera te invita un poquito a sonreír en los días de invierno.

Empacamos las tres juntas. Empacamos dudas y algunas que otras certezas. Como por ejemplo, que te llevo dentro de mi corazón estés donde estés. 
Empacamos los viajes y las vivencias que formaron parte de estos 30 años.
Empaqué adentro de mi corazón a mi mamá con ganas de irse y desempaqué a la mamá con ganas de ser feliz. Y mientras la ayudaba a ordenar sus cosas para encaminarse a su nuevo hogar, de alguna forma la veía volver hacia mi, aún más pura. En realidad, más liviana. Más genuina. Las personas genuinas tienen eso ¿viste?, te miran distinto.
Es que es así, cuando pateas los miedos y empezas a concretar de a poquito, pasito a pasito, te sacas mil piedras de la espalda. Y yo te ví vieja,
te ví de pluma.

"Lo mejor que puede pasarte, es que te des cuenta" me dijeron. Y a mí se me caían las lágrimas.
Ella me contó que una vez que subís ese escalón, "no te baja nadie Lara".
Y ahí está. Con su jean holgado, su campera de algodón y sus manos de guerrera armando cajas para darle paso a una nueva etapa en su vida.

Qué lindos se te ven los ojos así, luchando. Empoderada. Te sale amor propio por los poros y yo te veo desde abajo , porque cada día que pasa, te veo más y más grande.
Es realmente mágico y a la vez aterrador como una sola pieza del tablero provoca un efecto dominó inimaginable, capaz de dar vuelta el mapa por completo.
Dejando todo mirando para otro lado, abriendo una nueva ruta.

Qué bien que se siente, sentir en el pecho ese ruidito de cómo van cayendo las fichas.
Una por una.
El tiempo va haciendo su trabajo y todo,
absolutamente todo empieza a
habitar su espacio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario