Olí su boca. Guardé su olor.
Con un nudo en la garganta,
por saber a ciencia cierta
que me estaba dejando caer.
Acaricié su pelo y su pecho,
lleno de libertad y liviandad.
Y lloré un poquito cuando dormía
para que no me desconociera tanto.
Y en poco tiempo volví a aferrarme
al calor de sus besos cuando me animo
a ver hasta dónde puedo llegar
machacando al corazón.
Me acosté de costado
contra la misma pared de siempre.
Esa que te chocas consciente
y algo ciega
agarré mi cabeza y me dije
qué hacía?
estaba ahí por mí? Me fuí sin querer irme.
A veces se quiere mas de lo que se puede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario